Veía un show de títeres, estaban haciendo una parodia del quijote. Al final, cantaron una canción que me pareció muy bonita. Por lo que la busqué por la letra y era una canción de la adaptación musical de la obra original. Y pues, yo me quedé escuchándola, canción que dice así:
Con fe lo imposible soñar
al mal combatir sin temor
triunfar sobre el miedo invencible
En pie soportar el dolor
Amar la pureza sin par
Buscar la verdad del error
Vivir con lo brazos abiertos
creer en un mundo mejor
Es mi ideal la estrella alcanzar
No importa cuan lejos
se pueda encontrar
luchar por el bien sin dudar ni temer
y dispuesto el infierno pisar
si te lo da el deber
y yo se que si logro ser fiel
a mi sueño ideal
Estará mi alma en paz
al llegar
de mi vida al final
Y será este mundo mejor
si hubo quien despreciando el dolor
combatió hasta el ultimo aliento
con fe a su estrella alcanzar
El quijote y otras obras ficticias son una perdida del tiempo, pero ésta canción es la sola pieza con la que me quedo.
Mi única estrella es la Virgen, por ser ella tan inalcanzable, mi sueño es la justicia porque me deja nefelibato y meditabundo, mi ideal es sufrir por ser hijo de mujer. Soy hombre de deseos como Daniel, hombre de dolores como Jesús. Taciturno paso los días, miro al fin, y no sé qué hacer.
¿Qué debería hacer yo el día de hoy? Si ocupar las cosas del mundo me es amargo. Sólo tendría consuelo si Dios me mandase qué hacer. Nada vale realmente en esta vida excepto obedecer, pero hay veces donde quisiera perecer.
Todo lo que hago es basura, no sirve para nada. Ocupo el mundo cuando debería no hacerlo. Nunca voy a ser feliz, nunca quiero sonreír de nuevo, no pienso amar nada ni que me importe nada. La apatía es mi escudo dado por Dios, para que no me molesten las cosas frívolas.
Quería hablar antes de la sociedad perfecta, y el resumen es esto: la sociedad perfecta sería una donde todos son monjes católicos. Porque todas las sociedades sin Dios mueren, el poder de éstas será el agente de su propia destrucción: enfermizo, incrédulo, egoísta, sin moral ni principios de ninguna clase, nada duradero podrá organizar.
Después, acerca de mi vocación para expandir la sociedad perfecta, la comunidad en Dios por su Cristo. Lo he pensado, y no tengo madera de buen predicador. No como san Vicente Ferrer, o como santo Domingo. No, uno no tiene nada de eso. Eso mismo le diré al obispo, si es que no me delegan a alguien menor.
Le diré también al Monseñor que desde que mandé el primer mensaje mi opinión evolucionó de tal manera que sólo quiero yo ahora servir sin más. Me veo indigno de cualquier honra incluso la celestial. Los santos que rehuyen la honra estaban siendo humildes, pero yo estoy siendo honesto, no merezco honra. Está mal querer que la gente guste de uno, uno es como una piedra que quiere ser centro de mesa, qué va a pintar ahí una cosa que va en la calle y que no es especial en lo absoluto.
Uno que no sabe bien de humildad, se pone al borde de la depresión suicida. En definitiva, una vida austera es una vida fácil para mí. Veamos pues si estoy en lo correcto.