martes, 23 de julio de 2024

De Spiritus III

El siguiente toma de base lo tratado en La Verdadera Devoción a la Virgen María por san Luis María de Montfort.

Preliminarmente hablaré de las instancias de un santo, para entender la bilocación y la oración intercesora:los santos no son omnipresentes como Dios, por lo tanto ¿cómo escuchan oraciones? Pues es por la pertenencia al mismo cuerpo místico. Y bien, ¿qué pasa entonces con todas las gentes del mundo que piden intercesión? Pues, así como dos pares de ojos al ver al mismo lugar sostienen dos reflejos por separado de la misma cosa, así hay dos espectadores de un mismo santo. Luego, creo factible creer que el supertiempo uránico permite múltiples instantes simultáneos del mismo santo ocurriendo al mismo tiempo. Ambas instancias son múltiples líneas de tiempo para un solo individuo, no se multiplica el santo de ningún modo. Como múltiples ventanas para un solo programa ejecutado.

Entonces, pensemos ahora en la instancia generada la Virgen María para el adepto de la devoción que explica san Luis. Según el santo, uno está haciendo entrega de los méritos y las satisfacciones propios a María, lo que el llama una total esclavitud.
 
Pues, llamemos a cada acción intencionada que salga de nosotros como un 'vector'. Si cada vector nuestro está siendo transferido a María ha de serlo solo en su dirección y no magnitud, ya que la magnitud o intención propia es perfeccionada y amplificada por la intercesión de María.

Pero sigue que si de uno no está saliendo ningún vector, entonces uno está virtualmente muerto, porque si todo, incluso nuestros respiros y latidos hemos dado a Ella, están viniendo de María y no de nos, entonces esa instancia de María está viviendo por nosotros.
 
En un símil, si uno dijese querer ser el emperador de China, por ejemplo, lo que ese realmente dice es que quiere que exista un emperador en China, y que él no exista. Así mismo pues, todos nuestros accidentes nefastos son negados por nosotros mismos; nuestra raza, nación, historial, etc. han de ser negados también; y queremos en su lugar que existan los de María.

Mas la naturaleza inconfundible e irreplicable de la esencia del adepto no puede ser sino asimilada por María. Y esta existencia, que no es uno, porque uno ha dejado virtualmente de vivir y efectivamente existir, pero tampoco es María por ser nuestra esencia y por tener preocupaciones, intereses e inclinaciones ausentes de forma natural en María, podría llamársela progenie mariana.

De la Marianidad: quedando el adepto, como un material mutable, que choca con María quien es inmutable, le sirve ésta de catalizador. Y el grado en que el adepto es catalizado llamemoslo Marianidad. El acto de chocar o de interacción llamemosle Myxis, por la palabra griega. Aunque no es una mezcla en sí, es una transferencia de las potencias del alma y el cuerpo del adepto a María, y una María que informa de continuo al adepto mediando gracias espirituales.
 
Y lo que hace esta Myxis fácil, es el hecho de que hemos dado nuestros méritos y satisfacciones a María también, y que entonces no hay ya nada que ganemos netamente nosotros, sino que lo gana todo Ella. Entonces esta Señora tan Augusta no tiene límite para enderezarnos; como medianera de todas las gracias no hay gracia que no sea otorgada para enderezarnos, como el tutor que endereza la vaina. 
 
Esta instancia de María es de continuo en el adepto, por eso dice el santo "Haec facta est mihi", 'ésta es hecha mía'.

De la proliferación de Adán en el tiempo, sabemos que la humanidad estaba como en los hombros de Adán cuando pecó, así también estaba Leví en los hombros de Abrahán cuando éste ofreció diezmo a Melquisedec.

Se desprende que lo único que ésta progenie espiritual carga en sus hombros es de hecho el Cristo, por ser en efecto María, empero siendo uno parte del cuerpo místico del Cristo, el adepto es a su vez contenido en el Nuevo Adán, poniéndonos en los hombros de Cristo, por lo que nuestro principio y nuestro final son de hecho el mismo Cristo Jesús.

Y luego es curioso que el Cristo se auto-contenga de ésta forma, porque es signo de su divinidad, ya que antes de Dios no había nada y este signo se hace visible con su genealogía y en su estatuto como Nuevo Adán.
 
Este dice el santo ser el camino más fácil y el más rápido y el más seguro, un abandono de todo lo que tenemos en confianza de María como vía para esa unión con Cristo (qui vivens in Maria).

El observador se dará cuenta de que esto es una repetición de los votos del bautismo, la negación de uno mismo y su herencia Adamita para caber y pertenecer al nuevo Adán, negando todo vector de posibilidad pecaminosa, y eso mismo dice san Luis. Pero acá estamos yendo por el camino que María recorrió, y que de continuo recorre en el cielo, y que pedimos replique en nuestras almas. 
 
Si hay un paralelismo María-adepto en el supertiempo, el que fluye en el estrato uránico, entonces uno podría hacer el caso de que hay un paralelismo acrónico entre María y el adepto, lo que cual parece no llevar a ningún lado porque María sigue siendo inmutable, empero ahora se puede decir que, ya que ocupamos un tiempo distinto, que María ha captado nuestra natura, natura que ella perfeccionó. Sería decir que el tutor está derecho por la vaina que él mismo enderezó.
 
Lo cual en el tiempo bariónico no aplica porque es el tiempo lineal y causal, en el úranico quizá sucedería que sí. Claro que la realidad es que María no cambia, pero ha adquirido de forma retrocausal nuestra semejanza, y entonces si añadimos la razón de que le hemos entregado nuestras potestades y nos hemos mudado de nuestros accidentes para caber mejor en ella como nuestro molde, cabe que ella ha "hurtado" algo de nos. 
 
En otras palabras: hay una genuina esclavitud ocurriendo entre el adepto y María que no es ni símil ni alegórica sino absolutamente real en el plano espiritual. Esta mujer tiene como pertenencia, como objeto al adepto, como quien tiene a un mueble. Y esto es de hecho el mismo propósito final de la devoción. Así como Judá dio a Tamar su cetro y su sello, así uno se da a esta Mujer.

Entonces, ¿puede luego el adepto, In Mariam, acercarse a Jesús de mejor forma? Si está el alma revestida de María y tiene sus méritos como adorno y suplemento, pues sí. Que extraño eso sí parece ese costume playing espiritual de María a la hora de rezar... cuanto más si comemos de la mesa del sacrificio y está María en nos. Ella, como adoratriz perpetua del sacrificio, es quien está recibiendo el sacrificio realmente, por lo que, podríamos decir de hecho que el misterio de la encarnación se contiene en el adepto en el instante que se consume el Sacramento.
 
Tomar Comunión perdona pecados veniales, cabría entonces decir que realmente somos aniquilados nosotros, y el sacrificio el cual es inmutable en su naturaleza perfecta es el consumidor nuestro porque nos asume a él, es esta una especie de carácter mundífago de la Comunión. Pero ¿qué pasa en ésta devoción? pareciera que una refinación todavía más grande, imposiblemente grande, ocurriese en el adepto que con ésta devoción se acercase al altar a comulgar. De inefable cualidad.

De la cualidad inefable adquirida por el adepto de la verdadera devoción a la Virgen María: el adepto de ésta devoción que Comulge tiene un acceso a una coordenada cardinal inaccesible que está en el uránico. Porque en espíritu se ha asemejado tanto le es posible a María, que Dios invita su espíritu a la cumbre de la Presencia.
 
El salto del algo al inaccesible, es como el salto de la nada al algo. El inaccesible es el empíreo, es la Gloria, es el desposorio espiritual, es el adelanto del cielo. Y a diferencia de todos los demás caminos devocionales, uno no tiene que cruzar por un yugo duríssimo como purgación para ese adelanto del Cielo. Ya que algunos santos atestiguan haber tenido que cruzar por una noche oscura, por un purgatorio en vida para poder tener Cielo en vida. No es así con ésta devoción, tan fácil, segura y amable.

Empero, el adepto dice en su oración "no pido visiones ni revelaciones, ni gustos ni contentos, ni aun espirituales". Ya que el premio del amor es el amor mismo, no tendría sentido recibir más que el privilegio de pertenecer a María, ya que esa pertenencia antes descrita nos dá una relación única con Dios quien es nuestro fin último.
 
Y ya que María no puede desembarazarse del Niño Dios, su estado como Foederis Arca es el misterio al que san Luis hace particular hincapié para que nos concentremos en él. Con tal de que amemos el estado que nuestra anima encuentra en la particular asociación que hereda como progenie mariana.


Del peligro de enseñar esto junto al milenarismo mitigado: ¿qué ocurriría a esa instancia de María si los Santos del cielo bajan a habitar la tierra durante mil años como lo propone el milenarismo mitigado? No lo sé. Si la instancia de María que es nuestra viene al mundo bariónico podría ocurrir como resultado que somos transpuestos, o traducidos, o en fin,  'mariamorfizados'.

Soy de la opinión que los sedevacantitas durante el milenio han de recibir increíbles recompensas. Como la de operar en el futuro templo de Dios, como dice Ezequiel de los hijos de Sadoc y como san Juan anota en el mensaje a Filadelfia, columna en el templo de Dios dice. Columna en el templo de Dios llama también la escritura a una virgen consagrada, cabría entonces que una mariamorfosis es para lo tal.

Si alguien hubiera que viene a la devoción por esto: pues no está realmente amando a María, sino que ama lo que obtiene, entonces su verdadero amor es la recompensa. Hay que amar aunque no fuese ese el caso. Bueno, éste hipotético me es un plus, un bonus para aumentar la esperanza, si es que el milenarismo mitigado es verídico.