miércoles, 24 de julio de 2024

De Spiritus IV

La cogitación va tangente al espíritu, mas pueden ir por separado como ha de ocurrir en la oración. Ya que uno puede ir meditabundo sin ser raptado al cielo, y uno puede estar en cosas mundanas y ser arrebatado igualmente, porque en el evento es al fin y al cabo Dios quien decide darle gozos al alma por su fé la cual 'se adelanta a la razón'. Sigue entonces que,el espíritu pueda acceder a la coordenada inaccesible pero no la cogitación.
 
La razón puede, a su velocidad, cercar la distancia infinita entre el Cielo y la Tierra, empero: no puede atravesar esos muros de incomprehensibilidad e inefabilidad. Si bien el anima puede entrar en presencia de Dios, no es anonadada precisamente porque en primera instancia la razón no la sigue, y luego porque la cualidad infinita de Dios no se transmite sino en 'quantos' (cantidades medidas) que pueden ser administrados por el alma: ese 'quanto' puede ejercitarse, y el que mucho reza mucho gozo obtiene, y el que poco poco.

Decía Dante en su Paradiso que cada alma está a la distancia que le complace estar de Dios, no hay insatisfacción entre los bienaventurados por estar más lejos unos que otros en el Cielo. Porque cada estrato de Cielo que el poeta enumera, si bien está a una 'distancia' distinta de Dios, las almas santas cada una están recibiendo como un paquete quantificado a la medida que pueden recibir; estar más cerca los pulverizaría, y estar más lejos les sería injusto.

Según el testamento de Leví los cielos son siete en total, uno el que está encima de nos, segundo el que está encima de ése y guarda el fuego que caerá en el Armaggedón, entre los dos está la bóveda de las aguas de los cielos. El tercer cielo al que subió san Pablo, de luz ilimitada, donde están los ejércitos de los cielos listos para el Armaggedón. El cuarto los santos intercesores de los justos de la tierra. El quinto es más ángeles intercesores. Desde el sexto se puede ver  al coro angelical más bajo de los tres primarios, los Tronos, y el más elevado de los secundarios, las Dominaciones. El séptimo es el empíreo, y ahí está Dios.

Estos cielos, hasta el sexto, son existentes en el mundo físico, por eso es plausible ir de la tierra a esos cielos. El séptimo es el cielo de los cielos y por eso está a una distancia infinita de la creación visible. 
 
Si bien estos cielos son invisibles, son visitables, como sucedió con san Pablo y san Juan, que ambos subireon mínimo al tercer cielo, ya que desde el tercero se pueden ver las almas de los justos encima de un mar que tiene que ser el mar que está encima de la tierra. Entonces son realmente parte del mundo bariónico, aunque claramente las leyes de la física natural no aplican ahí. La crónica del origen del Trisaigón dice que un niño también subió a uno de estos cielos, el más alto seguramente porque pudo escuchar a los Tronos cantando.

San Juan cuando describe a los Zooi parece que está describiendo un tipo distinto de ángel porque tiene características de los tres coros primarios, Serafines, Querubines, y Tronos. Bueno, los Zooi no son realmente ángeles son solo algo "que está vivo" y sostienen el trono de Dios y administran también cosas del cielo. 

Del templo que san Juan vio en el cielo: éste solo ve el altar de los perfumes, el arca y nada más, el mismo templo es el tabernáculo o la tienda del encuentro. Justamente, estos tres elementos, el tabernáculo, el arca y el altar de perfumes, son los que el profeta Jeremías ocultó en la montaña que fue la tumba de Moisés. Entonces se cumple que las esferas de la creación visible se tienen que entender en su relación con las invisibles.